Mi pintura está encuadrada dentro del “realismo contemporáneo”. En ella muestro la realidad, pero alejándome de cánones y límites pasados. Sin reglas. En donde lo que prima es el motivo que quiero reflejar, sin importar su tamaño real, ni el entorno en el que se encuentra. De tal forma, simplifico muchísimo, eliminando elementos superfluos en los paisajes y anulando los fondos en retratos y plantas, que restan importancia a la imagen principal. También, en otros muchos casos, amplifico el tamaño real de los motivos, como puede verse en los retratos de cabezas de gran formato o en las plantas, logrando dar a la obra un aire nuevo, que la distancia del realismo tradicional.
Por otra parte, huyo del frío estilo fotográfico y del hiperrealismo, intentando dotar a mis obras de alma. Alma que desgajo de la mía propia, de mi personal forma de ver y sentir la realidad. Por eso las envuelvo de una atmosfera suave y un tanto irreal, en donde prevalezcan los matices, eliminando líneas y durezas, sin que con ello pierdan fuerza y transmisión. Llevándolas, al fin y al cabo, a mi propio terreno, a mi propia realidad.